Manipulación de imágenes y guerra psicológica en Venezuela (y las redes)

13 de febrero, 2014
Misión Verdad

Ucrania, Egipto, Chile, el mismo pasado inmediato en Venezuela. La aparente “libertad informativa” de internet no excluye una intoxicación avasallante en las redes sociales. A tres recursos corresponde el grado de eficacia: 1) la ignorancia de un público cautivo que dé por sentado la veracidad inmediata de las fuentes y de la imagen en sí, 2) la condición “efímera” de la circulación informativa en especial en redes sociales: su golpe es inmediato y se esfuerza por no dar lugar a ninguna capacidad reflexiva o de contraste que cuestione a una imagen en particular, 3) la sumisión a una lógica del espectáculo que de la misma forma que intoxica por la vía de las redes lo hace a través del resto de la plataforma mediática (prensa, televisión) que suprima todo contexto a una fotografía o video en particular.

Por ello se debe que la eficacia inmediatista de imponer una sola narrativa interesada y excluyente a los acontecimientos que vienen desarrollándose en Venezuela Bolivariana haya sido relativo. Lo que en el argot del mercadeo informativo llaman “consumidor de noticias” venezolano cuenta con una experiencia acumulada y científicamente certificada.

Es consustancial a los nuevos tiempos que un sector respetable de la población no caiga a la primera en estos asedios inmediatos y logre procesar y cuestionar lo que algunos pretenden vender como “información”. 15 años de experiencia lo certifican.

Pero así como aquí existen herramientas y capacidad para desmantelar esta clase de agresiones psicológicas, una suerte de cayapa mediática -por encima de la habitual-, de ninguna manera se puede afirmar que el efecto se está contrarrestando a lo externo, desde la percepción internacional.

El acuerdo mutuo y medio implícito de los medios de comunicación internacionales sumados a la agenda golpista, mantienen la tensión para elaborar la imagen de una Venezuela repotenciadamente caotizada, retratando en términos simples y elementales el conflicto en desarrollo (el gobierno totalitario y despótico contra la pureza estudiantil), mientras ocultan olímpicamente los factores silenciosos que se mueven actualmente a la sombra y al servicio de los intereses de siempre.

Este relato impuesto lo nutre centralmente esa clase de falsificaciones, la agresión simbólica y psicológica, la supuesta opulencia informática que en su velocidad y cantidad de producción genera aturdimiento, porque el signo de estos conflictos es que así haya en apariencia demasiada información no se tiene nada claro.

La supresión de alguna referencia que contrete de cuándo es una foto, o dejar boletamente símbolos obsoletos, como las que ciruculan los de la PM en 2009 (que ven aquí más abajo), componen una suma cuyo propósito central puertas afuera es acentuar la narrativa, mientras que puertas adentro además de desinformar es en sí misma una táctica dilatoria, la maniobra de distracción hacia los puntos neurálgicos de la conspiración y los grupos de choque.

Recopilar las imágenes que ya han sido desmontadas y que también circulan en las redes funciona como ejercicio para detectar más fotos en el mar de leva de las redes sociales. La administración criminal de la información y la ignorancia controlada por la lógica frandulera del espectáculo y el estímulo de lo más básico tienen autores, promotores, responsables directos. Así como aquí reunimos ejemplos de desmontajes, bueno sería que nos pongamos a situar a los que promueven un clima que no moviliza, pero que se vende demasiado barato y bien como producto de exportación.

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