Rusia demuestra estar todo menos aislada

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El presidente de la Federación de Rusia, Vladímir Putin será anfritrión de dos importantes cumbres internacionales: la de los BRICS y de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).

Desde el punto de vista de las relaciones públicas, esto le permitirá a Moscú mostrarle al mundo que a pesar de la ruptura con Europa y un nuevo «conflicto» con Estados Unidos, Rusia está todo menos aislada, escribe Dmitri Trenin, director del centro de estudios Carnegie Moscow Center, publicado en China Daily.

Con la presencia de líderes de China, India, Brasil, Pakistán, Sudáfrica, Irán y varios otros países que juntos representan la mitad de la población mundial, Putin podrá proyectar la imágen de una Rusia que se une a una «nueva ola» global formada por países no occidentales emergentes que expanden su protagonismo en el mundo.

Esto representa un cambio sustancial en la política exterior del Kremlin. Desde la desintegración de la Unión Soviética, Rusia ha mantenido dos estrategias: una oficial y otra en reserva. La estrategia oficial apuntaba a integrar a Rusia, bajo condiciones dictadas por Moscú, en la comunidad euro-atlántica y así formar una suerte de Occidente expandido. La participación de Rusia en el G8 fue señal de aquello. La otra estrategia era la de integrar a las exrepúblicas soviéticas en una sólida Unión Euroasiática: una alianza económica, política y de seguridad que representaría un centro de poder en Eurasia liderado por Moscú.

Tema: BRICS, nuevo centro de fuerza mundial

Hoy vemos que la primera estrategia ha fallado completamente, mientras que la otra quedó limitada a aspectos económicos y sin la participación de Kiev, lo que califica solo como un éxito parcial.

Bajo estas circunstancias, la única opción realista que le queda a Moscú es forjar activamente lazos con países no occidentales. Para esto, las élites políticas del Kremlin deberán deshacerse de su visión de mundo eurocéntrica y prestarles más atención a sus vecinos en Asia y socios del Sur Global. Para esto, Moscú no solo deberá aprender más sobre sus nuevos aliados, sobre su cultura de negocios, sino que aprender a tratarlos como pares. Con esto emergen como prioridades el expandir las relaciones económicas, fortalecer lazos culturales y profundizar el entendimiento entre las élites de estos países.

China encabeza las prioridades de Moscú. La relación con Pekín se está volviendo una de las más importantes para el Kremlin, por sobre Washington y Berlin. Será de gran importancia para Rusia forjar desde el principio una excelente relación con China –en vista de las enormes diferencias culturales entre ambas civilizaciones– en pos del futuro de Moscú como una gran potencia.Rusia recientemente se unió al Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras y ha tomado medidas para «armonizar» la Unión Económica Euroasiática con el Cinturón Económico de la Ruta de la Seda de China. La OCS puede servir como una plataforma para la armonización de los lazos económicos de China y Rusia.

Con India y Pakistán como aspirantes a miembros de la OCS e Irán cada vez más cerca del grupo, vemos que la organización se vuelve más y más diversa por lo que deberá enfocarse en ser más que una mera serie de reuniones. Así emerge como objetivo crear un espacio económico común que abarque gran parte de Eurasia, como también forjar una alianza de seguridad y construir alianzas duraderas que aumenten el nivel de confianza entre los Estados miembros.En lo que respecta a los BRICS, además de promover sus intereses en el mundo de las finanzas globales, el bloque podría transformarse en un modelo de orden global. Los conceptos por los que sus miembros abogan, como la soberanía de los Estados, la no injerencia, la igualdad, la justicia, los derechos basados en responsabilidades podrían y deberían practicarse en las relaciones entre los miembros del bloque. Nada inspira más a los demás que ser ejemplo de lo que se predica.

Este naciente orden mundial no se impondrá derrocando el actual sistema dominado por EEUU, sino que mediante el triunfo de las buenas prácticas a nivel global. Si los países líderes no occidentales pueden forjar alternativas viables a las formas establecidas de relacionarse en el mundo, marcarían una gran diferencia. Para tener éxito en esto, deberán abstenerse de cualquier dejo anti-occidental al momento de forjar sus instituciones.Rusia, como sede de estas dos cumbres, deberá ver su rol como una fuente de recursos económicos, consejero diplomático y proveedor de arsenales de defensa para la emergente comunidad no occidental. No puede darse el lujo de desaprovechar esta oportunidad.

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