Purificación González de la Blanca
1 de febrero, 2014
La persona que abrió las puertas de Libia a nuestra compañera Leonor Massanet, a cuyo lado se integró en una familia libia -la de Osama- y se empapó de una cultura y de una forma de ver la vida a años luz de la nuestra (los valores humanos, el desinterés, el sentido del tiempo, la educación de los niños, los viajes por el desierto, las casas, la comida, las altas temperaturas del verano, las pinturas rupestres, las joyas arquitectónicas, la fauna, las visitas, las bodas…. todo era nuevo para Leonor), esa persona maravillosa ha sido asesinada.
A través de Osama Leonor pudo conocer Libia, enamorarse de Libia.
Osama era un hombre del desierto, que conocía como la palma de su mano y que gustaba enseñar a todo el mundo. Entendía de todo y había creado recientemente una familia: tenía un niño de dos años y medio y un bebé de cinco meses.
Para Leonor, Osama fue un amigo, dispuesto siempre no solo a resolver los problemas de otros sino también a satisfacer el más pequeño capricho. Él era el exponente de esa Libia acogedora que ha sido destruida e invadida de grupos mercenarios por las potencias que se hacen llamar democráticas.
En unas semanas iba a venir a casa de Leonor. Yo le había planteado a ella que quería conocerlo personalmente, lo que me consta que no era fácil para una persona que se consideraba un hombre del desierto, no de ciudad. Ya nada de esto será posible.
El dia aciago del 22 de enero, que había hablado con Leonor, como hizo todos los días a lo largo de ocho años, Osama fue detenido por una banda de mercenarios, mientras charlaba con otras personas, en las inmediaciones de su granja, en Sebha. Todos fueron detenidos, amarradas sus manos a la espalda y tapados los ojos. Uno de ellos fue liberado tras la entrega por su familia de 500.000 LYD mas algunas armas. Osama no quería saber de armas: “traen las armas, crean las enemistadas y acaban usándose”, decía. Él quería una reconciliación entre todos los libios, y que su patria volviera a ser lo que fue.
Ayer, día 31, el cuerpo sin vida de Osama apareció en una granja próxima a la suya. Llevaba varios días muerto. Había sido torturado, apaleado y finalmente tiroteado, a manos de una de esas bandas de asaltantes introducidas en Libia por los países denominados democráticos: EE.UU./OTAN.
Desde que desapareció, todo el mundo había estado buscándolo, porque además era muy querido.
Encontrar su cadáver torturado ha sido un mazazo para su familia, para sus vecinos, para Leonor, para Ojos para la Paz-Libia y para todos nosotros.
Es muy difícil denunciar nada a la vista de lo que han hecho las potencias coloniales con Libia: Libia ha desaparecido como estado, no hay leyes, no hay orden, no hay seguridad, ni derecho a la propiedad, ni derecho a la vida.
Pero, aunque no hay leyes en Libia Ojos para la Paz no va a dejar que este asesinato quede en el olvido, y al igual que otros muchos casos tan lamentables como éste, el de OSAMA ABUBAKER, será denunciado en todos los tribunales e instancias en que sea posible, hasta conseguir que se haga justicia con Osama, que fue un hombre bueno, un hombre de paz, que quería la concordia y que Libia volviera a ser el país que él amaba.
Leonor me dice que esta mañana de sábado, día uno de febrero, acaba de ser enterrado.
Descanse en Paz. Aunque probablemente él, tan inquieto, estará revoloteando por el desierto que tanto amó.
Purificación González de la Blanca
Ojos para la Paz.