La violencia imperialista, suma y sigue

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Joseba Agudo Manzisidor, Beatriz Esteban Rola, Nerea Garro Perez, Jon Metauten, Marikarmen Albizu, Joakin Arregi, Ruben Sanchez Bakaikoa, Jon K. Billelabeitia, Ibai Trebiño, Aristóteles Fuentes
24 de febrero, 2014

Cuando escribimos este artículo, las crisis en Venezuela y Ucrania están en plena ebullición. Las imágenes de los grandes medios de comunicación y de los no tan grandes, se llenan de imágenes violentas, mostrando un caos generalizado en ambos países, decenas de muertos en Ucrania y seis muertos en Venezuela. El ruido de los medios de comunicación es infernal, y esto no permite analizar con visión estratégica suficiente lo que está aconteciendo en estos países y en el mundo en este momento.

Porque lo que está pasando en el mundo a día de hoy tiene que ver con la reacción a los ataques no esclarecidos del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York. Libros como el de Thierry Meyssan, La terrible impostura: Ningún avión se estrelló en el pentágono en 2002 y el de Andreas von Bullow, La CIA y el 11 de septiembre. El terrorismo internacional y el papel de los servicios secretos en 2006, pusieron el acento en las cuestiones técnicas que hacían dudar de la autoría de los ataques cometidos en suelo estadounidense. El intelectual mexicano Fernando Montiel, vuelve a poner el dedo acusador sobre Estados Unidos en el breve pero directo libro, La hipótesis macabra, Estados Unidos y el 11-S, ¿Un autoatentado? Terrorismo, geopolítica y propaganda. Lo más interesante de este último libro, son las razones que muestra para analizar toda la situación mundial posterior a los ataques terroristas de Nueva York, y como han influido a la hora de configurar el nuevo orden mundial. Afganistán e Irak fueron los primeros dos países atacados en aquella coyuntura.

Destrozados ambos, devueltos a la edad media de golpe y porrazo, llegaron las críticas a ambas intervenciones imperialistas y el imperio cambio de mando, del antipático George W. Bush al simpático Barack Obama, y cambió su estrategia. Pasó de intervenciones clásicas, a las intervenciones de guante blanco, como los golpes de estado modernos en Honduras y Paraguay, los intentos de aparentes rebeliones cívicas en Ucrania (conocida como revolución naranja –se dio en el periodo de Bush- y orquestada por agencias estadounidenses como Eisntein Institution, y financiada entre otros por la USAID y el Open Society Institute de George Soros), Ecuador, Bolivia y Venezuela, y como no, las conocidas como primaveras árabes, que se llevaron por delante al gobierno libio y a la propia Libia, que han destrozado un país único en Oriente Medio como Siria, y que suma y sigue ahora contra Ucrania y Venezuela.

Lo que está pasando a día de hoy, también tiene que ver con romper las relaciones sur-sur que vienen dándose en los países que rompen con el tradicional círculo de movimiento de mercancías en el capitalismo tradicional, camino iniciado por el añorado y entrañable ciudadano presidente venezolano Hugo Rafael Chávez Frías y su revolución bolivariana. En la última década, marcada por una crisis económica internacional sin precedentes para nuestra generación, las grandes potencias no pueden permitir que los movimientos de capital y de mercancías, no pasen por sus centros de control. No les gusta que Bielorrusia haga negocios con Venezuela, ni que Rusia monte la fábrica del fusil de asalto Kalashnikov en Venezuela, ni que Bolivia y Ecuador tengan procesos constituyentes nuevos, ni que Ucrania decida soberanamente no firmar el acuerdo entreguista con la Unión Europea. El objetivo del imperialismo es terminar con las relaciones sur-sur, y no van a parar en el empeño por derrotar este proceso. Chávez y su gobierno, trabajaron duro para construir relaciones ajenas a las del capitalismo tradicional, basadas en la relación metrópoli – excolonia. Y además lo hacían analizando y respetando los desequilibrios de cada país, desde una concepción guevarista.

Los ataques a esta línea han sido continuos, nunca han cesado. Por solo poner un ejemplo, los países que se han juntado en el ALBA, o los que han iniciado relaciones entre América y Asia, no pueden crear nuevas rutas aéreas comerciales que les permita volar sin pasar por terceros países. ¡Hasta eso controla el imperialismo!

En los últimos años han conseguido grandes triunfos como el cambio de gobierno en Irán, la destrucción de Libia, el freno al proceso en Siria desatando una terrible y mal llamada guerra civil, etc.

Pero siendo todo esto grave, más grave parece aún la parálisis y en algunos casos prepotencia de cierta izquierda, que sin ver el movimiento de armas, primero hacia Libia y luego hacia Siria, promovido por las potencias de siempre, se quedan en posturas equidistantes, marcada por la teoría de los dos demonios del infausto expresidente argentino Raúl Alfonsín. Son los “ni-nis”, ni con Gadafi ni con los yihadistas. ¿Qué dicen hoy sobre Libia? ¿Cuánto ha retrocedido el país con el mejor índice de desarrollo humano en África? Todos los días tenemos que oír qué en Rusia se violan los derechos humanos mientras que en EEUU, Arabia Saudí, Qatar y la pulcra Unión Europea se respetan todos los días. ¡Qué no hubiéramos escuchado si los episodios de violencia extrema que se han dado en la frontera africana bajo dominio español, lo hubieran realizado Maduro, Yanukovich o Putin!

Esta izquierda que hoy criticamos, parece haber hecho suyo el discurso de Obama cuando fue elegido presidente de Estados Unidos: democracia electoral y libre mercado. Critican al presidente sirio porque su padre le precedió en el cargo pero no critican (de momento) a Cuba porque un hermano sucedió a otro. La misma fuerza con la que aplaude el parlamento sirio a su presidente es la que hemos visto en el Congreso Nacional cubano cuando se ponen en pie a recibir a Fidel Castro o a su hermano Raúl. Y ojo, problemas, violaciones a derechos humanos por parte del estado, hay en todas partes. Pero eso no debe ser óbice para no ver lo que está pasando. Cuando lo que está interactuando es el eje sur-sur y su guerra con el eje norte. Provocada por las potencias imperialistas de siempre.

Mientras tanto, en México se han reunido el Presidente mexicano Peña Nieto, su colega Stephen Harper, presidente de Canadá y el simpático Barack Obama, presidente de la mayor potencia mundial conocida hasta nuestros días. Obama no perdió tiempo para criticar a Maduro, mientras que en Alemania Merkel criticaba a Yanukovich. Mientras, en México, Canadá y Estados Unidos, todos los think tank ya hablan de que hay que ganar a Venezuela y Oriente Medio en la supremacia energética. La guerra, por lo tanto, es económica y es sin piedad.

Los abajo firmantes, tenemos clara nuestra opción anti imperialista y queremos mostrar nuestra solidaridad a los gobiernos de Siria, Ucrania y Venezuela, para que resistan los terribles embates de que son objeto.

JOSEBA AGUDO MANZISIDOR
BEATRIZ ESTEBAN ROLA
NEREA GARRO PEREZ
JON METAUTEN
MARIKARMEN ALBIZU
JOAKIN ARREGI
RUBEN SANCHEZ BAKAIKOA
JON K. BILLELABEITIA
IBAI TREBIÑO
ARISTÓTELES FUENTES

“EUSKAL INTERNAZIONALISTAK”

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