LA IMPUNIDAD ES EL CORAZÓN DEL CRIMEN

 

               La impunidad es el corazón del crimen

El constante genocidio del pueblo palestino confirma lo que viene sucediendo desde que Israel existe: ocupación de la tierra y exterminio de un pueblo que resiste el saqueo y la colonización. La última ofensiva de julio del 2014 es una más en la larga cadena de crímenes y se produce cuando los diferentes grupos políticos palestinos estaban por alcanzar la unidad, cuando Palestina consigue por fin tener una representación en la ONU -con derechos limitados-, cuando la guerra del gas se agudiza y cuándo quizás hubiera sido posible encontrar un camino -siempre deficitario para los colonizados-, pero que al menos redujera el crimen constante que supone la ocupación israelí de Palestina. Mínimos caminos para la paz, que el gobierno de Israel clausura al atacar la franja de Gaza, amparado por los gobiernos de Estados Unidos y la Unión Europea, que son sus proveedores de armas y sus valedores políticos en este genocidio. Casi me atrevería a decir que Palestina está siendo el laboratorio de pruebas de lo que será una de las últimas guerras coloniales en la historia humana. Parece optimista, pero no cabe duda de que a pesar de los pesares, de tanta muerte y crueldad, este infame laboratorio criminal ha terminado por demostrar la ineficacia y la irreversible decadencia de aquel mundo nacido del reparto colonial y que se continúa con la hegemonía norteamericana, hoy ya perdida. La unidad latinoamericana, el nacimiento de los BRICS, la política de China y de Rusia, abren una nueva era.

En la memoria latinoamericana el genocidio es un núcleo tan importante que funda nuestras vidas como pueblos en lucha anticolonial durante siglos. La conquista de América fue un largo y constante genocidio que saqueó el continente y permitió el desarrollo del capitalismo en Europa con todo lo que eso significa hasta nuestros días. Genocidio de los pueblos originarios, esclavismo, piratería, robo de los recursos naturales, crímenes y desaparición de enormes riquezas culturales –lenguas y sabidurías ancestrales- se sucedieron de norte a sur sin más objetivo que la acumulación capitalista y el control del mundo por la clase burguesa. Los que nacimos en la segunda mitad del siglo XX, vivimos el genocidio de las dictaduras militares que continuaron la política colonial e imperial. Décadas infames del siglo XX, en las que los mismos actores –Usa y sus socios- acabaron con una generación de latinoamericanos que se oponía a la vieja piratería colonial y a su ambición extractiva, explotadora y destructora. En Argentina se ha juzgado y se sigue juzgando a los genocidas y ese hecho abre perspectivas en el mundo entero. Es posible juzgar a los genocidas, es posible construir y consolidar instrumentos jurídicos capaces de evitar que los crímenes queden impunes. Porque si algo deja claro esta última ofensiva de Israel, es que cuenta con una impunidad basada en la mentira, en las falsas dicotomías raciales y religiosas, en la memoria pervertida de las tragedias del pueblo judío utilizadas como escudo y justificación. Cuando Anna Arendt cuestiona –durante el juicio a Eichmann- que se lo juzgue por crímenes sólo raciales (contra los judíos) y no por crímenes contra la humanidad, fue acusada de ser antisemita, cuando de verdad se estaba adelantando a denunciar a un estado nacido del racismo y el colonialismo. Analizó con gran claridad lo que sucedía dentro del estado de Israel en ese momento, fue capaz de ver las diferencias de clase, el carácter eminentemente colonial del sionismo y denunció los acuerdos tácitos o públicos que hubo con el nazismo.

Hoy existe una legislación que debe servir de precedente internacional: el crimen de lesa humanidad no prescribe. No tiene fecha de caducidad, ni la apropiación de nuestros hijos por la dictadura militar, ni los cientos de niños palestinos masacrados por las bombas compradas con dinero sangriento de los socios mayores: USA y la UE. Más tarde o más temprano han de ser juzgados y sin duda además de nuestro llanto indignado y nuestros pronunciamientos, es hora de poner en pie un instrumento jurídico internacional que sirva para detener la impunidad que está en el corazón del crimen.

Durante este terrible mes de masacres en Palestina, los pueblos del mundo entero se han manifestado y han condenado el genocidio de Israel. Un estado creado por las Naciones Unidas, a quienes las voces de las mayorías de los pueblos del mundo, no llegan. Y no llegan porque si algo queda claro después de esta última ofensiva criminal, es el rol cómplice que cumplen estos organismos internacionales. La voz de los pueblos pone en evidencia la urgente necesidad de detener estos crímenes y juzgar a los asesinos –el gobierno y el ejercito israelí- y al mismo tiempo evidencia una vez más la complicidad de la ONU, la Corte penal internacional y el Consejo de Seguridad.

Ha llegado el momento de crear nuevos instrumentos capaces de salvaguardar la paz en el mundo. Los organismos jurídicos que en su momento debían hacerlo, han demostrado que son serviles a sus amos y que no podemos confiar en su criterio ni en su acción. El aparato jurídico y político de Estados Unidos defiende la extorsión y la usura, el crimen organizado, el tráfico de drogas y seres humanos, el bloqueo criminal a quienes se oponen a sus políticas, la organización de grupos terroristas financiados por los mismos que se llenan la boca con la palabra democracia desde sus asientos en el gobierno. Estos organismos de la democracia formal, que controlan la política de estado en USA, también controlan los organismos internacionales creados para defender los derechos humanos, y deben ser transformados o desaparecer. Han demostrado que son parte de la maquinaria de guerra imperialista y lo han demostrado fehacientemente.

Naciones Unidas pudo haber enviado tropas a Palestina, para defender a la población de los bombardeos indiscriminados y debió haberlo hecho de manera inmediata. Sin embargo, sólo escuchamos letanías y juegos semánticos que terminaron por reconocer el genocidio –más que evidente- y todavía eso nos parece un avance. No es un avance, es una complicidad absoluta con el crimen constante de Israel y su política colonial. Decir frente al volumen de las evidencias

que hay un genocidio es lo elemental para poder pasar a la acción concreta y detenerlo. Pero una vez más se evidencia que los organismos internacionales sólo son poleas de las funerarias y de los “reconstructores de la destrucción que ellos mismos producen” tal como pasó en Yugoslavia, Irak, Afganistán, Libia, Siria….

America Latina, desde Cuba hasta Argentina, condenó enérgicamente el genocidio y enseguida el gobierno de Venezuela encabezó una extensa campaña de solidaridad concreta, no sólo denunciando en los organismos internacionales, sino ofreciendo cobijo a los niños y mujeres palestinas y enviando materiales y ayuda urgente. La CELAC, el ALBA, el MERCOSUR, y todos los organismos de América Latina se pronunciaron de manera inmediata y por eso es desde esta salud política de donde deberá nacer el instrumento jurídico capaz de enfrentarse con la impunidad imperial y guerrerista.

Mientras nuestra América se solidariza y activa el internacionalismo, los Estados Unidos votan nuevas remesas de dinero –la última 225 mil millones de dólares para el ejército israelí- para continuar la masacre, dinero para escudos y municiones, para bombas de racimo y armas químicas, dinero para la muerte y el crimen. Pero Naciones Unidas no condena estas transacciones, ni siquiera las considera ilegales, siendo que esta nueva inyección de dinero servirá para continuar con el genocidio palestino.

Nosotros tenemos memoria, somos recolectores de pruebas, testigos de cada espanto que nos toca vivir, no olvidaremos y seremos tercos –como han sido las Madres, las Abuelas y la lucha de nuestros pueblos- y por eso acopiamos día tras día las pruebas que conducirán a los genocidas al tribunal internacional de los pueblos libres y soberanos. Estos son algunos datos incontestables, que los jueces deberán tener en cuenta como se tiene en cuenta la huella dactilar y el ADN del asesino:

La huella dactilar y el ADN:

1. Desde 1948, año de fundación de Israel, EEUU ha donado a Tel Aviv 112.000 millones de dólares. Eso convierte a Israel en el mayor receptor de ayuda estadounidense. La mayor parte de este dinero se presenta en forma de ayuda militar al Ejército israelí, una de las fuerzas más poderosas del mundo(…) El apoyo militar no solo beneficia a Israel, sino también en gran medida al complejo industrial militar de EEUU. Si bien Israel puede gastar una cuarta parte de la ayuda militar en armamento de fabricación nacional, debe destinar el 75% del dinero en armas de fabricación estadounidense. En ese sentido, el dinero va de EEUU a Israel para luego volver a EEUU. El Gobierno de EEUU permite los ataques de Israel a la Palestina ocupada mediante la protección en los foros diplomáticos. En 2012, durante otra guerra de Israel en Gaza, EEUU bloqueó una declaración del Consejo de Seguridad de la ONU porque el documento no condenaba a Hamás. En cuanto a Fondos para organizaciones exentas de impuestos. Este aspecto del apoyo de EEUU a Israel es diferente a los anteriores. En lugar de ser el Gobierno de EEUU quien proporciona financiación en efectivo, son los ciudadanos estadounidenses quienes ayudan económicamente a los grupos israelíes. Una organización con sede en Nueva York conocida como Friends of the Israel Defense Forces (Amigos de las Fuerzas de Defensa de Israel) apoya directamente al Ejército israelí. En sus recaudaciones de fondos esta organización obtiene decenas de millones de dólares. En su última declaración de impuestos, Amigos de las Fuerzas de Defensa de Israel informó de ingresos de más de 62 millones dólares, más de 43 millones de los cuales estuvieron dirigidos a apoyar a los militares israelíes. Fuente de esta información: RT

¡Estaba escribiendo este artículo cuando llegó la hermosa noticia de que Guido Montoya Carlotto, ha sido recuperado!

6 agosto 2014

Un gran triunfo contra la impunidad, la lucha sigue.

Hoy podemos celebrar con una alegría inmensa la recuperación de Guido Carlotto, el nieto 114, que como dice su abuela Estela, vuelve al amor y a la libertad. A la memoria y a la justicia.

Hijo de militantes secuestrados y asesinados por la dictadura genocida, este encuentro muestra que el camino de Memoria- Verdad y Justicia es el camino que nos devuelve no sólo una vida, sino la vida y la memoria de todos.

Las Abuelas de Plaza de Mayo, han luchado y luchan sin cesar para encontrar a sus nietos que fueron apropiados por los socios del régimen dictatorial. Han sido y son maestras de resistencia y de dignidad. Todavía hay más de cuatrocientos niños apropiados y la lucha por encontrarlos sigue.

La lucha constante de abuelas, madres, familiares y de todo el pueblo argentino lo que ha permitido juzgar y condenar a los asesinos y genocidas. Y en este momento ya se ha dado un paso inmenso hacia el juicio de aquellas empresas y corporaciones –Ford, Ledesma, General Motors, entre ellas- que apoyaron y sostuvieron a la dictadura y participaron activamente del crimen y el genocidio argentino. Por eso en Argentina se habla de dictadura cívico-militar, nombrando así a las personas y a los intereses económicos que se beneficiaron del genocidio y la masacre de nuestro pueblo.

Bienvenido Guido a la vida, a la familia y a todos los pueblos del mundo que luchan por la justicia, la libertad y la soberanía.

Una noticia como esta nos alegra y nos reafirma, sobre todo en este verano atroz en el que un nuevo genocidio de nuestros hermanos de Gaza está en marcha. El fascismo arrasa, bombardea y destruye. Las cifras son espeluznantes, pero cada hecho criminal será juzgado. Hemos aprendido la lección de las Abuelas y del memorioso pueblo argentino. Hay que exigir que los genocidas y sus socios internacionales- El gobierno de Estados Unidos sigue enviando dinero para alimentar la maquina militar israelí, y los gobiernos de Europa siguen haciendo negocios con Israel- sean juzgados. Cada niño, mujer y hombre palestino muerto merece que continuemos la lucha contra la impunidad, porque el criminal no puede quedar impune. Decía Fidel en su último artículo que “una idea justa desde el fondo de una cueva puede más que un ejército” y eso es lo que la recuperación de Guido Carlotto nos demuestra.

 

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