El Comité catalán en solidaridad con los verdugos de Siria, y sus «denuncias» farisaicas

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Por: Tamer Sarkis Fernández

Con fecha reciente ha salido a las calles de Barcelona un sedicente “Comité en solidaridad con el pueblo sirio”, quien ha clamado en triplete contra el Gobierno sirio electo, contra la banda reaccionaria “Estado Islámico” y contra el ataque imperialista estadounidense. Estos señores “solidarios” tienen guasa: se les olvida que el ataque imperialista contra el pueblo sirio tuvo inicio ya años atrás con la creación de la banda Ejército Libre de Siria, compuesta mayoritariamente por cosmopolitas mercenarios llevados a Jordania y a Turquía, formados allí en relación al escenario sirio y en fin filtrados por frontera, mientras los “amigos de Siria” proyectaban fundar en Doha (Qatar) el ente de su dirección política directa o visible (CNS).

Hay que “admitir” una cosa: tal asalto paramilitar desde fuera convergía en el tiempo con cierto disentimiento multi-sectorial interno sirio: fracciones de la burguesía comercial y de la burocracia gestora de intercambios mercantiles, sectores pequeñoburgueses ligados a la oferta de producción externa, gerifaltes militares “con ambiciones”, residuos decadentes clan-familiares ligados al antiguo régimen de propiedad agraria, sus respectivas bolsas clientelares locales lumpen más un nubarrón de capitostes clericales con ideas de supremacía confesional sunní sobre la nación, la política, las leyes, las riquezas y el territorio sirios. La subterránea efervescencia, en resumidas cuentas, venía protagonizada por elementos clasistas cuyos intereses particulares interseccionaban, en virtud de una u otra aspiración, con el proyecto imperialista de reemplazar al Estado nacional sirio por un nuevo Estado tan liquidador de Fuerzas Productivas como entreguista de su desarrollo al Capital anglo-sionista. Ése es el rostro poli-clasista particular del supuesto “pueblo sirio” (genérico) con el que dicho comité catalán dice solidarizarse, frente a una agresión imperialista estadounidense que recién descubre en estas últimas semanas de bombardeos aéreos. La misma agresión que dura más de tres años y que por todo ese tiempo viene sirviéndose de comités como el suyo, de sus recaudaciones y envíos, de su propaganda falsificadora y de su idealización (en términos abstractos de “pueblo sirio”) cantada en brindis al parasitismo vende-patrias del interior tanto como a la invasión proveniente del exterior.

Todo este prodigio “solidario” se comprenderá mejor, si pensamos en el hecho de que las clases sociales están recíprocamente vinculadas en relaciones materiales internacionales: ese imperialismo yankie de cuyos progresos medio-orientales esperan obtener renta los vende-patrias sirios, es el imperialismo de cuyo expolio mundial depende la aristocracia obrera asalariada española, cada vez más inestable a la hora de conservar indemnes sus parasitarias condiciones de estatus y existencia. Disecciónese un mínimo la composición sociológica de los sindicatos, O”N”Gs, franquicias políticas anglosajonas, fundaciones para-institucionales y socialdemocracias corpusculares que articulan ese comité barcelonino. Se hallará a la aristocracia obrera, dependiente ahora y siempre de la demolición de las Soberanías nacionales (como aquélla por cuya preservación combaten heroicos el Estado sirio y su Pueblo). Sedienta, ahora y siempre, por embeber la llovizna de sangre que las plusvalías, en su viaje de “libre” centralización imperialista, dejan caer sobre satélites como España.

A sumar, a la hora de distinguir el elemento sociológico aglutinado en comités tales, sujetos árabes o incluso sirios que por su propia pertenencia de clase se hallan interesados en ese “Nuevo Oriente Medio” ideado con proyección hacia nuevos mercados de capitales en el medio-oriente septentrional (Siria para el caso), des-nacionalizador de Fuerzas Productivas, aperturista del “libre” tránsito de inversiones y vitrina para la “libre” compra y patentado de sectores en futura subasta “internacional”. Estos business-men oriundos de Siria, admiradores de Qatar y Turquía y de sus oportunidades de inversión en crecimiento (en tanto que ambos polos imperialistas locales emergentes se les aparecen como la bisagra para catalizar su actividad “emprendedora”), creen ser candidatos a merendarse a su propio país en orgía caníbal. Tendrían, cierto, su lugar en el festín,siempre y cuando hablemos de las migajas capitalistas subalternas, sin amenazar la concentración Hegemonista de sectores rectores como son las telecomunicaciones, la agro-industria, las grandes estructuras viarias, la oferta crediticia, el equipamiento militar, la canalización energética y, por supuesto, la compra de una futura deuda pública de la que el Estado sirio, hoy por hoy, no adolece.

Completar el cuadro sociológico precisaría también de distinguir al no del todo escaso componente ciudadano sirio -y a fortiori árabe-islámico- residente en el exterior y para cuyo tradicional gregarismo -a la postre excitado por la efervescencia de las Primaveras Árabes y más ampliamente al calor del revival neo-confesional delineado por el Pentágono- el sujeto de Derecho Natural sobre la tierra siria jamás dejó de ser el sirio sunní. Estos ciudadanos jamás han tragado con el actual paradigma, portado por la Revolución democrática nacional baazista, que define una Siria nacional-civil y que la construye, más allá de multiplicidades confesionales y protegiéndolas a éstas en el plano de lo intersubjetivo y de lo jurídico, mientras, desde luego, las desestima en lo relativo a convertirse en rectoras de la vida política ni de las relaciones sociales del conjunto poblacional civil.

Dichos militantes de comité se llenan la boca mentando al “pueblo sirio” como eje de su propio discurso oportunista de atracción de las sociedades civiles “occidentales” de residencia, pero, en realidad, no comprenden ni profesan el concepto mismo de “sociedad civil”. Para ellos, y no digamos ya para algunos casos entre los sunníes (árabes o no) ghettizados, por ejemplo, en el casco viejo barcelonino, Siria está lejos de ser una nacióncon un Pueblo, siendo, en cambio, una porción indisociable a “la tierra del Islam”. En el orden mental de identidad y Derecho albergado por estos sujetos, “pueblo sirio” significa la población sunní en Siria, siendo (y eso atribuyendo ya máxima “generosidad”) unos sirios más iguales que otros, por definir este esquema mediante paráfrasis orwelliana.

Cuando se les ha planteado, en la historia reciente, su alineamiento respecto de cualquier hipotética ofensiva confesionalista exterior contra Siria, estos señores apátridas siempre han respondido lo mismo: “Si fueran sunnitas los incursores, yo defenderé al sunnita y dispararé al sirio no sunnita. Mi lealtad es con los valedores del Profeta”. En los últimos años, regiones de Siria han sido ocupadas por “incursores” armados cuyas miras no eran únicamente las de combatir “liberando” así “tierra del Islam”, sino, ya a priori, establecerse allí sine die. Colonos de nuevo poblamiento, funcionales a los mapas, trazados por el anglo-sionismo, dibujantes de una Sunna Syriaen mitad de un Great Middle East.

Y es aquí justamente, atendiendo a este punto proyectivo de la llamada revolución siria (el de azuzar las subjetividades identitarias exclusivistas con objeto de generar una lealtad de grupo humano que pudiera servir de soporte a la hegemonización del Poder político por parte de los elementos de clase confluyentes, en sus respectivos intereses materiales “liberalizadores”, con el proyecto global anglo-sionista), donde se revela la clamorosa contracción de estar denunciando al Estado Islámico mientras se actúa como franquicia supporter del ELS y su “revolución”. Porque, en calidad de consecuencia no prevista, ha sido la inenarrable actuación concreta del ELS en sus primigenias áreas geográficas de control, lo que ha constituido el principal factor explicativo del crecimiento del Estado Islámico, tanto cuantitativo como orgánico y armamentístico, a costa del enorme tránsito de elementos armados desde la primera organización hacia la segunda.

Con el paso de los años y desde sus primeras muestras de comportamiento, el ELS fue perdiendo a sus destacamentos fanáticos confesionalistas para ir moldeándose cada vez más como banda compuesta netamente por una lumpen-hampa internacional de buscavidas. El imperialismo, en sus tácticas de reclutamiento contra Siria, había empleado sobre todo “la llamada a yihad” contra el hereje (kaafir) alawí, “indigno” de participar de las instituciones gubernativas o de la administración de Estado, y solamente “digno” para arrodillarse a limpiar las botas a los “legítimos señores” de la “tierra de Islam”, eso si se le dejaba con vida (“Cristianos a Líbano, alawitas a la tumba” fue una de las consignas fundacionales del ELS). En este sentido, y paralelamente a la operación venal de reclutamiento de mercenarios y de seducción al oportunismo delincuencial, hay toda una narrativa de rigorismo y de purismo implícita a la ideología referencial que hizo de Canto de Sirena y de argamasa en pro de la venida de combatientes de todo el mundo islámico. La piedra angular de tal referencia era, ni que decir tiene, la aplicación de la sharia como Ley integral rectora de la vida social.

Pero pronto fue comprobándose sobre el terreno el enorme trecho entre el dicho y el hecho. Muchos se desencantaron respecto de esa nueva Contra montada por Hillary Clinton, por McCain y por Henry-Levy. Se retractaron e ingresaron en las resistencias populares armadas contra la contra, allí donde, como en Ain Al-helua, en Ain Al-arab y en centenares de otras poblaciones, el Ejército Árabe Sirio no llegaba directamente con facilidad. Hubo otros elementos frustrados con el ELS que decidieron ir en pos de su “ideal”, adocenados ya como lo estaban en la ilusión de purismo sectario, que había ido promocionándose desde la Agenda imperialista y a través de la emisión satelital religiosa junto con el pago qatarí, saudí, turco… a las redes de mezquitas cooptadas y a sus predicadores. Así fue como el ELS fue descomponiéndose en -literalmente- cientos de micro-bandas locales cada una devota de su auto-erigido Emir comarcal, y que luchaban entre sí por imponer sus marcas de terreno. Fue éste el caso de muchos entre los fanáticos multi-nacionales integrantes del primer ELS. Fue también el caso de algunos pobladores de la Siria profunda aldeana que, dotados de una cosmovisión ultra-tradicionalista y anómicos respecto de las ideologías sociales sirias modernas, se habían enrolado en un alzamiento que apelaba descarnadamente a su “espíritu de cuerpo” en calidad de genuinos miembros de la Umma con derecho tributario sobre el infiel dimmi y con derecho sin límites sobre el impío.

Con su contradictoria excitación de la escrupulosidad fundamentalista entre su propia carne de cañón de base, mientras reclutaba a gran parte de dicha base armada entre escoria desclasada sin ningún tipo de Principio más que el lucrarse con la ocasión brindada y abusar canallescamente de las poblaciones ocupadas, la oronda Oficialía del ELS, sita a la distancia en fortines y refugios, cuando no en hoteles 5* parisinos o londinenses, estaba montando un evidente fraude y en tal medida cavando la fosa de su propia descomposición organizativa. El nutrido trasvase de los reaccionarios hacia el Estado Islámico estaba labrado, siendo, ésta última, una organización tan execrable como ceñida al gusto de los reales reaccionarios: contrariamente al ELS, el Estado Islámico aplica verdaderamente la Sharia; lucha verdaderamente contra la corrupción en sus propias filas; respeta los recursos agropecuarios y domésticos de las localidades ocupadas; aplica una punición rigorista y a menudo cruel y vejatoria, pero siempre ceñida escrupulosamente al marco normativo coránico; se abstiene de abusar indiscriminadamente de las poblaciones autóctonas de su mismo credo o de extorsionarlas (lo que tiene extraordinaria importancia entre los pobladores autóctonos sunníes); se abstiene de emplear a la población autóctona como escudo humano o de obligarla al atentado suicida; se abstiene de entrar en espirales de luchas intestinas fraccionarias por cuotas de poder local y asentamiento. Paralelamente, el Ejército Libre de Siria ha venido y continúa caracterizándose por:

*Las matanzas y el subsiguiente vaciamiento de cuerpos con vistas al tráfico de órganos, teniendo este mercadeo su principal destinatario en Israel (país con gran demanda dado la prescripción religiosa judía relativa a la integridad orgánica del cuerpo fallecido).

*Las matanzas indiscriminadas de población siria en general, pero también de población siria sunní en particular; práctica reiterada que literalmente shockó, como disonancia cognitiva, a muchos de quienes en principio habían caído en redes locales de apoyo. Añádase el secuestro de mujeres (sin importar credo) y su venta como esclavas en mercados exteriores saudíes, del Golfo o africanos.

*La carencia de unicidad y la tendencia manifiesta al confrontacionismo interno al impulso de cualquier motivación pragmática o de apropiación de recursos.

*El asalto bandidesco repetido a fondos sociales regionales, sindicales o cooperativos de redistribución social e inversión infraestructural. El saqueo sistemático de los yacimientos arquelógicos y de la riqueza arqueológica museística.

*La comercialización de alcohol y el tráfico de drogas, tanto como de armas en malversación.

*La invocación a la unicidad de perspectiva inter-regional en el seno del “Islam Político” (Hermandad Musulmana), contradictoriamente combinada, en la práctica, con el seguidismo militar táctico e incluso de tipo organizativo hacia bandas (Al-Qaeda, Al-Nusra…) paladines de una corriente “regeneracionista”, el wahabismo, que constituye el puntal ideológico para la materialización del proyecto hegemonista saudita en el Oriente Árabe.

*El explosionado sistemático contra estructuras de uso y beneficio civil como son centrales eléctricas, presas, potabilidad de aguas, hospitales, etc. La demolición de riqueza monumental histórica y arquitectónica, junto al ataque y destrucción de edificios de culto (de iglesias, pero también de mezquitas y de la antiquísima sinagoga de Jobar).

*La detonación explosiva contra escuelas y universidades en clave de ataque a la enseñanza nacional laica, produciendo de un plumazo gran cantidad de víctimas docentes y estudiantiles, obviamente muchas de ellas sunníes.

*El exterminio, apoyado por la Tsahal israelí, de poblaciones sirias drusas y sunníes respectivamente en el Golán ocupado y en territorios sirios fronterizos con Israel, en pro de tomar enclaves más o menos cercanos a Damasco.

*La canalización sistemática del petróleo y el gas sirios hacia Turquía siempre que el ELS ha tomado yacimientos, así como el desmontaje de plantas industriales para su traslado en piezas a Turquía junto con maquinaria ystocks.

No queda ya demasiado de la estructura del ELS. Además de derrotados por la resistencia militar y popular ofrecida por la nación, los fariseos hipócritas han caído en Siria por el propio peso de su fariseísmo, asfixiante hasta para quienes mayor credulidad les hubieron prestado en un inicio. También aquí el pueblo y el proletariado distinguirán en breve el rostro farisaico de sus apologetas y recaudadores, en Barcelona y en todo “occidente”, por más que estos últimos, a fin de enrolar a la “opinión pública” en su negocio social-imperialista, disfracen de “solidaridad con el pueblo sirio” su connivencia con los verdugos de ese pueblo y de ese país irredento.

Tamer Sarkis Fernández,

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