Cuando se irrita el periodismo corporativo

Los medios de comunicación corporativos: alejados del periodismo y de la ética
 .
El periodismo corporativo, el dirigido y controlado por las poderosas corporaciones económicas, ha estado demasiado acostumbrado a no cumplir con una función básica del periodismo, que es informar. Han utilizado, en cambio, la profesión periodística para unos fines bien definidos, pero poco confesables. Para dirigir la «información» hacia los intereses de sus dueños y no han dudado en los medios a emplear ni tampoco en las consecuencias y efectos que esto ha provocado. No han dudado tampoco en apoyar guerras, en demonizar a tal persona, a tal etnia o país con tal de que se crease un ambiente tan negativo de ellos que la misma población que es sometida al incesante bombardeo mediático aceptase o diese por bueno cualquier cosa que le pudiese suceder o pasar a ese grupo, país o persona demonizado o demonizada, incluso el bombardeo real con bombas que fue posibilitado por ese carrusel de mentiras de los medios de comunicación. Mentiras que enajenaron la mente de las personas. Por esto, cuando la gente de la calle deja de ser pasiva y comienza a cuestionar esta actuación tan poco ética y tan poco periodística y, además, lo cuestiona con sólidas evidencias, el periodismo corporativo, los «periodistas» que trabajan a sueldo vendiendo su alma, se sienten desconcertados. Y se sienten desconcertados porque se ven desnudos, ven que el público ve al «emperador desnudo», tal cual es, tan vacío, tan falso y tan peligroso cuando no se toman medidas preventivas frente a él.
Las personas de la calle normalmente rara vez cuestionan lo que la prensa o las cadenas audiovisuales escriben o cuentan sobre asuntos que no están en su cercanía. No disponen además de demasiado tiempo para hacerlo y tampoco se les ha enseñado a llevarlo a cabo, es decir, no se les ha enseñado a mantener una actitud crítica frente a cualquier comunicado o «información» que provenga de organismos o medios vinculados o sometidos al poder económico.
Sin embargo, cuando aparece alguien que con evidencias demuestra la falsedad o la parcialidad del «periodismo» corporativo y, además, este o estos denunciantes se hacen notar, los «periodistas» pasan del veto y del silencio al ataque directo, ataque no razonado, no basado en pruebas o evidencias, sino con el fin de descalificar, de manchar la imagen, de demonizar, para que la gente se asuste y no atienda a quien está hablando claro y sin miedo.
Son muchas las personas ilustres que son silenciadas o vetadas por los medios de comunicación corporativos. Apenas oirán, leerán o verán en ellos a intelectuales o investigadores de la talla de Michael Parenti, Michel Chossudovsky, Domenico Losurdo,  Luis Britto, Maximiliam Forte, David Edwards, Tony Cartalucci o Christof Lehmann, por poner unos  ejemplos representativos. No obstante, si alguno de ellos consigue cierto prestigio, se hace popular y empieza a ser escuchado, y, también, sus argumentos son expuestos a esos medios corporativos por la misma gente que los lee, entonces, los autoritarios medios de comunicación tienen un problema. Tienen un problema porque la «información» que ellos dan se ve rebatida, es más, muchas veces se muestra su completa falsedad, comprobando los lectores que su medio de comunicación simple y llanamente les estaba mintiendo y que lo hace y hacía incluso a propósito. Ante esta situación los «periodistas» a sueldo del poder económico entran en acción cual batallón de combate o jauría de caza, ensañándose con el informador real, con el muchas veces verdadero periodista que expone las enormes faltas de estos otros «periodistas» que cobran desproporcionados sueldos sin serlo. Es precisamente este tipo de situación la que exponen David Edwards y David Cromwell (directores de Medialens, el medio que crítica precisamente a los medios corporativos) al recibir todo tipo de ataques, principalmente insultos, de «periodistas distinguidos» de los medios corporativos, como los que hacía, por ejemplo, Oliver Kamm del Times. Estos autores se planteaban la siguiente cuestión:

Después de todo, uno simplemente tiene que preguntarse por qué periodistas de alto perfil se molestarían en atacar a una pareja de escritores escribiendo en una página web pequeña y escasamente financiada [financiada popularmente por sus seguidores] 1

¿Por qué?, ya lo hemos comentado anteriormente, porque han ganado prestigio por su honestidad, pese a no tener apenas medios y difusión. Al contrario de quienes les atacan, que pese a tener todos los medios en sus manos los han utilizado de forma poco o nada aceptable, actuando en sentido contrario de forma claramente amoral y no periodística. Es el doloroso caso en el que el periodista deshonesto se ve expuesto al público, aunque este público sea escaso.
El hecho de que estos «periodistas de alto perfil» recurran al insulto y a la falsificación en vez de al razonamiento y a la exposición de evidencias, muestra que quienes reciben esos insultos o difamaciones están haciendo su trabajo correctamente, que han acertado. Acierto que ha provocado la ira de aquellos.

Hemos sentido siempre que los insultos de alto-perfil indican que estamos haciendo algo bien. 2

La táctica de los «periodistas» a sueldo es habitualmente la misma, una vez que el silencio o el veto no han dado los resultados esperados:

Como hemos señalado muchas veces, importa poco como los disidentes se comportan en realidad o lo que ellos argumentan; los grandes medios de comunicación se centrarán siempre en la supuesta ira, el odio irracional u otras manías como estrategia de demonización. 2

Se centrarán en acusar al crítico de ser un resentido, de moverse por el odio, de no ver más que enemigos, de ser completamente negativo, de ser un «extremista», un «radical», incluso de ser un «estalinista» (connotación jugosa empleada mucho por estos y por la propia «izquierda», pero que no hace sino demostrar una falta de conocimientos y recursos realmente notoria).., todo ello no apoyado en ninguna evidencia, es más, ignorando y ocultando deliberadamente todas las contundentes y abundantes pruebas que el mismo crítico ha expuesto en su trabajo, con el fin de mostrarlo como alguien irracional y enajenado por el odio. Los mismos Edwards y Cromwell  exponen este mismo caso que les sucedió a ellos

Beaumont [editor del diario the Observerfue reacio a desafiar uno solo de los miles de argumentos y hechos que en aquel momento publicamos en alrededor de 2.000 páginas de alertas mediáticas y en nuestro libro Los guardianes del poder – en vez de esto, nuestras supuestas fallas emocionales fueron el centro de atención. 2

Lo que teme el «periodista» a sueldo de «alto perfil», es que la gente comience a dejar de ser pasiva, que comience a participar realmente en vez de ser un zombi que no piensa, que comience a criticar con rigor lo que lee, oye o ve. Porque entonces se acaba el enorme engaño y mascarada que supone el «periodismo» corporativo, porque se acaba la impunidad y la prepotencia en que habían vivido y viven los «periodistas de alto perfil», que hasta ahora evitaban la certera crítica con la censura y el silencio.
El emperador está desnudo, pero las personas, que actúan todavía como siervos, no lo ven o no lo quieren ver. Es tiempo de dejar de ser siervos y comportarse como personas, como personas que piensan y tienen criterio, y si oímos al «periodismo» corporativo rugir es que se va por el buen camino. Camino que necesariamente habrá que andar si se quiere mejorar esta sociedad, pues basarse en la mentira y en el delito para informarse, que es lo que hace ese «periodismo» que no es periodismo, es el callejón sin salida y el muro por el que va y con el que ahora se estrella una y otra vez la gente que está tan desorientada.
Porque los medios de comunicación ampliamente promocionados que ustedes habitualmente oyen, leen y ven no representan a la población, a la mayoría de la población, sino a una minoría privilegiada precisamente a costa de esa mayoría. Defienden el privilegio frente a la justicia social, la desigualdad desmesurada contra la sensatez de la solidaridad y el abuso frente al respeto.
Su desinformación es el triunfo sobre ustedes, es su anulación de ustedes mismos como personas.
Depende, por tanto, ya de ustedes que esto se produzca o no, depende de ustedes mismos el mejorar el mundo que tienen en frente suyo. No es algo banal, algo superficial y sin importancia, no es tampoco difícil, pero eso sí, exige cierto grado de responsabilidad. ¿La tienen?
 .
Notas:
1. David Edwards & David Cromwell. Newspeak in the 21st century. Pluto Press, 2009. p.235.
2. op. cit. p.236.

 .

Facebooktwittermailby feather
,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *