Crónica Siria I: Llegada a la Siria en conflicto

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Mario Casartelli
6 de mayo 2013

Desde Medio Oriente

Lunes, 6 de mayo, a media mañana. Con compañeros de otras nacionalidades, partimos de Beirut. Nos lleva un joven chofer libanés que vivió seis meses en Paraguay y se llama Mohamed. Él, a cada rato exclama, con puro acento paraguayo, “¡A la pucha, chera’a!”. Y nos matamos de risa.

En menos de dos horas llegamos a la frontera con Siria, donde descendemos para las correspondientes revisiones de documentos. Cruzamos a pie y alquilamos un taxi, para ir hasta otro punto cercano, donde se encuentra la sede protocolar de recepción a visitantes. Es el mismo recinto donde hace seis años fui recibido por el periodista sirio Fady Marouf, quien nos espera en el portón del edificio.

Bajamos del auto y al verme me dice: “Hola, Mario”, con su español muy bien aprendido en largos años de residencia en Cuba. Y nos abrazamos. Gratísimo reencuentro. Él mantiene el mismo rostro afable de siempre, pero esta vez con un semblante de preocupación. Pasamos a sentarnos en la sala que se mantiene tal cual la conocí por primera vez. Y mientras preparan los últimos detalles para nuestras documentaciones, compartimos un café árabe. Una vez resuelto el papeleo, volvemos a cambiar de camioneta. Y, ya con Fady como guía, enfilamos rumbo a Damasco, sobre una ruta controlada, de tramo en tramo, por militares apostados a ambos lados de la carretera.

Es inevitable abordar de inmediato el tema del conflicto actual, donde más lo escuchamos a él, ansiosos como estamos de novedades. Ingresamos al centro a través de la avenida principal que está llena de vehículos. Y aunque hoy es feriado en Siria, mucha gente camina por las calles, como si nada pasara. Sin embargo, aparecen rastros de explosiones recientes, paredes derrumbadas en plena reconstrucción, ventanas y vidrios rotos. Y Fady Marouf, nos va mostrando los sitios donde suicidas con coches bombas mataron gente y dejaron tendales de heridos.

Alrededor de las 13:30 de Siria (siete horas de diferencia con Paraguay), llegamos al hotel , donde nos reencontramos con uno de los dos compañeros que cruzaron dos días antes que nosotros. Allí nos recibe el argentino-mexicano, ya fogueado en cubrir zonas de conflicto armado. Y nos dice que el chileno que había venido con él nos espera en un punto dela ciudad. Nos presentan a un cubano, corresponsal de Prensa Latina, quien se suma a nosotros. Dejamos maletas en nuestras respectivas habitaciones, y salimos de inmediato a recorrer. Por el camino, los visitantes ya estamos completos: un venezolano, un argentino-mexicano, un sirio, un chileno, un cubano y un paraguayo.

A las 15:00 nos detenemos a almorzar en un restaurante típico, con típica comida árabe en cuya tradición se mantiene la abundancia que ya yo conocía. En la mesa, donde el venezolano y el chileno se trenzan en fraterna discusión política, se comenta que la ONU por fin aclaró que las armas químicas utilizadas contra la población siria partió de los grupos terroristas infiltrados en las ciudades, y no del gobierno, como en principio se insistió con ello. Del mismo modo, también la Liga Árabe se pronunció ahora condenando la agresión del avión israelí en territorio sirio. “Algo es algo”, decimos.

Finalizamos el almuerzo y salimos a hacer un último recorrido, tomando fotos a los cuatro costados de todo, en el barrio antiguo del zoco, frente a la famosa mezquita Omaya. El barrio bulle de gente. Pero, según Fady Marouf, esa multitud no es nada, comparado a lo que fue en el 2010, cuando se registraron más de un millón de turistas. “Y ahora cero, nada”.

Al paso, compro una caja de jabones de Oliva y una guampa de losa siria con una bombilla, porque, como ya he comentado en ocasiones anteriores, el mate no es extraño en este país. Y me conmueve cuando, en un momento de la charla, Fady dice: ¨Yo sé que Mario ama a Siria¨.

Casi al oscurecer, regresamos al hotel, cansadísimos, dispuestos a comenzar mañana, martes 7 de mayo, una jornada intensa.

Mario Casartelli.

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