Conmemoración del aniversario de la independencia de Siria

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Fuente: Comitè Antiimperialista

El próximo 18 de abril a las 18h en el Local Social de la Asamblea Sant Martí C/ Fluvià, 210 (patio interior) conmemoramos la independencia de siria

En el sexagésimo-noveno aniversario de su independencia nacional:
La República Árabe Siria es de acero y humanidad. El imperialismo es un tigre de papel

Los sirios de hoy día somos Saladino uniendo tras su cabalgadura a los pobladores árabes del Levante mediterráneo, no importa si musulmanes o cristianos. Pues árabes cristianos y árabes musulmanes combatimos contra el invasor cruzado, quien bajo la cruz disfrazaba la fe del oro. Juntos le dimos al mar de comer los navíos de aquellos monjes guerreros que escudaban las flotas mercantes burguesas; barcos armados con el Tesoro de aquel Vaticano.

Hoy Roma se ha (digámoslo así) “secularizado”. Sus satélites la han hecho casi omnisciente. Su capacidad de gasto militar la ha hecho casi omnipotente y, su red global de prensa, casi omnipresente. Habla mil lenguas y una sola lingua franca, se sienta sobre cien tronos, es Ama del dinero de los demás y surca los vientos desde el Atlántico Norte, mientras, tal que ayer, sigue jugando la carta de enfrentarnos. A lo que nosotros seguimos respondiendo como Saladino, el soberbio jinete kurdo; el Héroe Nacional de los sirios. Que somos sunníes y no lo somos: somos sirios. Que somos cristianos y no lo somos: somos sirios. Que somos alawíes y no lo somos: somos sirios. Que somos chiíes y no lo somos: somos sirios. Que cada uno de nosotros es un armenio y un kurdo y un caldeo y un druso y un maronita y un siríaco y un asirio y un turquemano… Todo eso cada uno. Pues somos árabes sirios.

Nuestra tierra entera, del mar hasta la ribera del Éufrates, es la tierra de todos los sirios. Por eso es la tierra de los kurdos sirios, y de los armenios, y de los asirios… No hay tierras privadas para kurdos ni para alawíes ni para sunnitas…, aunque las grises camadas del imperialismo, a través de forzar desplazamiento y vaciados poblacionales, estén obrando en este sentido de etnificación. Desde antiguo hallamos, a las poblaciones que componen nuestra nación, desarrollando vida en toda variedad de puntos y latitudes geográficas. No permitiremos la segregación. Compartimos hábitat. Somos convecinos. No a los planes del sionismo ni a sus micro-estados. No a los Estados de supremacía: no a un Estado kurdo yezidí. Denunciemos el éxodo obligado y el exterminio de poblaciones no kurdas hasta ayer residentes en esas regiones sirias que la propaganda y sus crédulos llaman, con falacia, “el Kurdistán”. No a un nuevo Israel en el corazón del Oriente Árabe. Por nuestro futuro como pueblo, estamos condenados a velar siempre en guardia contra la táctica divisionista predilecta de nuestros enemigos, y a enfrentarla. Kurdos y no kurdos, sirios nos sumamos, a la común resistencia nacional.

Los sirios somos mi familia y yo invitados a una boda por nuestros vecinos sunnitas en aquel tiempo en que vivimos en Damasco. Somos un miliciano de Hezbu Allah partiéndose el pecho en la defensa de una iglesia. Somos los soldados que parten al alba sobre camiones ataviados con retratos del Che. Somos una joven alistándose a los Comités Populares de Defensa. Somos la antiquísima sinagoga de Jobar (Provincia de Damasco), una de las más añejas en la historia, despreciando con hondura a los sicarios del judeo-supremacismo mientras estos la profanaban “en nombre” falso de un “islam” prefabricado.

Puede sorprender, visto desde fuera, cómo los sirios continúan su vida sin desestructurar sus relaciones a pesar del colosal escarnio al que llevan siendo sometidos, desde hace más de cuatro años, por el imperialismo: por sus atentados, por su sabotaje, por su incendio, por su bloqueo económico y comercial, su envenenamiento y toxicidad. No se fractura la sociabilidad. Esto es, por supuesto, una cuestión militar y de tenacidad colectiva. Pero también una cuestión de ideología y vínculo entre las gentes. En países limitados por otra estructura de individualidad (la del Homo Economicus), habría cesado la fraternidad bajo los golpes cruentos de la escasez. Individuos atomizados y grupos tribalizados estarían despedazándose unos a otros siguiendo estrategias competitivas de supervivencia típicas de condiciones extremas. Esto no les ha ocurrido a los sirios. Es éste un pueblo del que enorgullecerse. El cerco imperialista, cierto, ha sacado lo peor de los comportamientos. Pero también ha estimulado a sacar lo mejor. Y esto último pesa más en la balanza sociable. Honor y gloria a la grandeza ética de nuestro pueblo.

La ideología arabista interiorizada por las masas, llama a mirarse en el otro como en un espejo. Así se disuelve el otro en el Yo común. Bien es verdad, sin embargo, que, de no ser por la persistencia de estructuras económicas de Estado, la férrea consciencia de solidaridad acabaría por disolverse ella también entre el escombro, la desertificación, la angustia subsistencial y el apuro cotidiano. El Estado aún redistribuye, subvenciona productos, vela por la propiedad campesina de los cultivos. Soberanía alimentaria; esfuerzos por recuperar la Soberanía energética del expolio al que ha sido sometida por señores de la guerra localmente entronizados; para producir ese futuro que hay que ganar, se mantiene la enseñanza nacional gratuita incluida la universitaria; de las ruinas se extrae la piedra para la vivienda a reconstruir; se intenta preservar la producción independiente de medicamentos y de respuesta sanitaria; las telecomunicaciones siguen sin depender del capricho monopolista “occidental” y de sus chantajes; las ramas sindicales proveen los locales en propiedad a los jóvenes profesionales; contra los mercenarios que han secuestrado los bancos nacionales o rurales cooperativos para cobrarse sus favores al imperialismo con la sangre de los sirios, el Ejército Árabe Sirio actúa implacable. Sin estructuras materiales orientadas a la necesidad social, la conciencia se degrada. Sin conciencia, las estructuras se desvirtúan. Las estructuras son del Pueblo. El Pueblo las defiende. Contra esa síntesis humana superior de materia y conciencia, no podrán jamás ni el imperial-sionismo ni sus grupúsculos de apologetas idealizadores, por mucha “revolución” que invoquen para disfrazar su parasitario asalto de rapiña.

¡A más de cuatro años del inicio de la invasión, el pueblo sirio, nuestro país y nuestro Estado continuamos en pie!

¡Siria –la humanidad, el proletariado- vence!

¡En firme combate hacia nuestra segunda y definitiva independencia!

En el 69è aniversari de la seva independència nacional:
La República Àrab Siriana és d’acer i humanitat. L’imperialisme és un tigre de paper

Els sirians d’enguany som allò que va èsser Saladí, unint darrere el seu cavalcar els pobladors àrabs del Llevant de la Mediterrània, gens importa si musulmans o cristians. Doncs àrabs cristians i àrabs musulmans vam combatre contra l’invasor creuat, qui amagava la fe de l’or sota la creu. Junts vam nodrir la mar amb les naus enfonsades d’aquells monjos guerrers que protegien les flotes mercants burgeses; vaixells armats amb el tresor d’aquell Vaticà.
Avui dia, Roma s’ha secularitzat (diguem-ho així). Els seus satèl.lits l’han tornat gairebé omniscient. La seva capacitat de despesa militar l’ha tornat gairebé omnipotent i, la seva xarxa global de premsa, gairebé omnipresent. Parla mil llengües i una única lingua franca, s’asseu damunt de cent trons, és Ama dels diners dels demés i estella els vents des de l’Atlàntic Nord, mentre, tal que ahir, hi segueix jugant la carta d’enfrontar-nos. Temptativa, aquesta darrera, a la que nosaltres seguim responent tal com ja va fer Saladí, el gran genet kurd; l’heroi nacional dels sirians. Que nosaltres som sunnites i no ho som: som sirians. Que som cristians i no ho som: som sirians. Que som alawites i no ho som: som sirians. Que som xiites i no ho som: som sirians. Que cadascú de nosaltres és un armeni i un kurd i un caldeu i un drus i un maronita i un siríac i un assiri i un turquemà… Tot això cadascú. Doncs som àrabs sirians.
La nostra terra sencera, des del mar fins a l’ Eufrates, és la terra de tots els sirians. Per això mateix és la terra dels kurds sirians, i dels armenis, i dels assiris… No n’hi ha de terres privades per a kurds, ni per a alawites, ni per a sunnites; tot i que les gossades grises de l’imperialisme n’estiguin actuant en favor d’etnificar per mitjà de forçar el desplaçament poblacional i el seu buidatge.
Des d’antic hi trobem a les poblacions que compossen la nostra nació, desenvolupant vida en tot el ventall de punts geogràfics i latituds. No en permetrem la segregació. En compartim hàbitat. Som conveïns. No als plans del sionisme!. No als micro-estats del sionisme!. No als Estats de supremacia: diguem no a un Estat kurd yezidita. Denunciem-hi l’èxode forçat i l’extermini de poblacions no kurdes que fins ahir mateix vivien dins les regions sirianes anomenades falaçment “el Kurdistan” per veu de la propaganda i els seus crèduls. No a un nou Israel al mateix cor de l’Orient Àrab!. En defensa del nostre futur com a poble, n’estem condemnats a vetllar sempre contra la tàctica divisionista que els nostres enemics empren amb predil.lecció. N’estem condemnats a enfrontar-la. El sirians –kurds i no kurds- en sumem a la resistència nacional comuna.
Els sirians som la meva família i jo mateix èssent invitats a un casament pels nostres veïns sunnites quan viviem a Damasc. Som un milicià de Hezbu Allah entregant el cor a la protecció d’una església. Som els soldats que surten a l’alba en camions abillats amb retrats del Txe. Som una jove allistant-se als Comitès Populars de Defensa. Som l’antiquíssima sinagoga de Jobar (Província de Damasc), una de les més anyenques a la història, menyspreant amb profunditat als sicaris del judeo-supremacisme mentre aquests la sotmetien a profanació en nom fals d’un “islam” pre-fabricat.
A qui atén els esdeveniments des de fora, li pot sorprendre la manera en que els sirians continuen la vida sense desestructurar les seves relacions tot i el col.losal escarni al que porten sotmesos per l’imperialisme d’ençà 2011: pels seus atemptats, pel seu sabotatge, pel seu incendi, pel seu bloqueig econòmic i comercial, el seu enverinament i toxicitat. La socialitat no queda fracturada.
Això respon, és clar, a una questió militar i de tenacitat col.lectiva. Però n’és també una questió d’ideologia i vincle entre les persones. En països limitats per una estructura d’individualitat corresponent a l’Homo Economicus, se n’hauria interromput la fraternitat sota els cops cruels de l’escassetat. Individus atomitzats i grups tribalitzats n’estarien esquinçant-se uns als altres seguint estratègies competitives de supervivència típiques de condicions extremes. Però això no els hi ha passat als sirians. És aquest un poble del que enorgullir-se. El setge imperialista, és cert, n’ha tret el pitjor dels comportaments. Tot i això, ha estimulat a treure’n també el millor, i aquest darrer aspecte pesa més a la balança sociable. Honor i glòria a la grandesa ètica del nostre poble.
La ideologia arabista interioritzada per les masses, crida a veure-se’n al mirall de l’altre. Així es dissol l’altre dins el Jo comú. Tot i això, és veritat que, si no fos per la persistència d’estructures econòmiques d’Estat, la consciència fèrria de solidaritat acabaria per dissoldre’s sota l’enderroc, la desertització, l’angoixa subsistencial i la dificultat quotidiana. L’Estat encara hi redistribueix, subvenciona productes, vetlla per la propietat camperola dels cultius. Soberania alimentària. Esforços per recuperar la soberania energètica, arrencant-la-hi de les mans a l’espoli practicat pels senyors de la guerra entronitzats a nivell local. Per tal de produir el futur que hem de guanyar, s’en manté l’ensenyament nacional gratuit, inclòs l’universitari. De la runa se n’extreu la pedra per la vivenda a reconstruir. S’intenta mantenir la producción independent de medicaments i pel que fà a la resposta sanitària. Les comunicacions romanen sense dependre del capritx monopolista “occidental” ni del seu xantange. Les branques sindicals proveeixen els locals en propietat als joves professionals. L’Exercit Àrab Sirià actua implacable contra els mercenaris que n’han segrestat els bancs nacionals o rurals cooperatius amb objecte de cobrar-se, amb la sang dels sirians, els seus favors a l’imperialisme. Sense estructures materials orientades vers la necesitat social, la consciència es degrada. Sense consciència, les estructures es desvirtuen. Les estructures són del Poble. El Poble les defensa. Contra aquesta síntesi humana superior de matèria i consciència, mai en podran fer res ni l’imperialisme ni els seus grupuscles d’apologetes idealitzadors. No importa tota la “revolució” de la que en facin invocació per tal de disfressar el seu parasitari assalt de rapinya.

Superats els quatre anys des de l’inici de la invasió, el poble sirià, el nostre país i el nostre Estat seguim dempeus!
Síria –la humanitat, el proletariat- venç!
En ferm combat en direcció a la nostra segona i definitiva independència!

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