CÁDIZ, LA NUEVA TERMINAL DE CONTENEDORES, NOS VENDEN OTRA «MOTO»

Tuve el gusto de asistir hace unos días a la presentación, en el Colegio de Arquitectos, del nuevo libro de Juan Jiménez Mata y Maria Pilar Ruiz Nieto-Guerrero: Historia Urbana de Cádiz (segundo volumen). Una gozada. Y un lujo.  Entre otros temas de interés, plantea uno muy grave: las continuas desecaciones de la Bahía.

Es el caso de la zarpa que como, cuarto proyecto de terminal de contenedores, pretenden construir ahora,  desfigurando  no solo el hermoso conjunto de Cádiz y su entorno, sino afectando seriamente a la Bahía (fondos, corrientes, canal, paisaje…).  Es la historia interminable.

En el año 1968  daban en Cádiz la gran noticia:  “Se construirá una terminal de contenedores en los Bajos de La Cabezuela, de Puerto Real, que reactivará la economía de toda  la Bahía, creará miles de puestos de trabajo y situará en el lugar que le corresponde a Cádiz . El muelle tendrá 1000 metros de atraque, con una dársena de 175 metros de ancho y una superficie mínima de 165 hectáreas.  Registrará un movimiento de 8 millones de toneladas al año. Para dar salida a este tráfico se construirá una autopista  de peaje…” 

165 hectáreas de Bahía fueron desecadas, la pesca se resintió en toda la Bahía y alrededores, las corrientes fueron alteradas, produciendo efectos adversos de colmatación o pérdida de arena en numerosos puntos del litoral, etc. ¿En qué quedó la terminal de contenedores,  motor del desarrollo…?   Más que en motor del desarrollo, en una “moto”. 

En 1984 el entonces  presidente de la Junta del Puerto, D. Carlos Bernal,  anunció, a bombo y platillo, la construcción de una nueva terminal de contenedores, ahora en la zona de San Felipe, que iba a crear 4000 puestos de trabajo y –de nuevo- sería el motor de desarrollo de la Bahía. En principio había previsto desecar hasta el Faro de las Puercas y derribaría parte de la muralla.   AGADÉN planteó que esa terminal se instalara en los Bajos de la Cabezuela.  Pero no  consigue más que  salvar el lienzo de muralla amenazado y que la desecación sea considerablemente menor: Otras 26 hectáreas de Bahía. ¿Dónde están los puestos de trabajo?  En unos terrenos baldíos que nunca llegaron a ser terminal de contenedores, como en el caso anterior.

Continuaron sacando de la manga más proyectos de desecaciones.    A  la vista de tanto despropósito, en  1998,  el Pleno de la Autoridad Portuaria del Puerto de la Bahía de Cádiz, representado por más de 20 miembros de distintos estamentos de la administración (presidido entonces por D. José Ramón Pérez Díaz-Alersi) acordó por unanimidad que la terminal de contenedores no podía estar en otro lugar que en el que fue planeada desde el principio,  para la que se construyó la autopista: en los Bajos de la Cabezuela.  Salida a la autopista,  trazado del ferrocarril,   incluso estudio de presupuesto, reserva de suelo, y compromiso de la autoridad nacional para su «inmediata» ejecución (…desde hace más de 20 años).

En 2009 vuelve a proyectarse otra desecación, ahora para el llamado “ Muelle Marqués de Comillas”, que se presupuesta en 21,7 millones de euros, con un relleno de 60.000 m2. Y ello constándole a la Autoridad Portuaria que Acciona   -con un ERE por medio- decidió no invertir, dejando vacías grandes extensiones portuarias, y que Sea Land se fue de Cádiz por los altos precios. Mientras, habían sido declarados  terrenos ociosos otros que en su día fueron   ganados al mar.

En 2018 se pone de nuevo en marcha la maquinaria para otra terminal de contenedores, entre el dique de Levante y el Muelle número 5,  en mitad de la canal.  El proyecto lo anunció, en 2009, el entonces Presidente de la Autoridad Portuaria, D. Rafael Barra, que lo dejó atado y bien atado.  Con los mismos argumentos de las anteriores, incluso párrafos textuales,  como el  “desarrollo” y los “puestos de trabajo”,  siempre prometidos.   El presupuesto es de 164 millones de euros, y  pese a que en el contexto de la planificación portuaria el tráfico de contenedores se canaliza por el puerto de Algeciras. La desecación es ahora de 40 hectáreas de Bahía (Háganse una idea de que una hectárea es más o menos como un campo de fútbol). El muelle tendría 1000 metros de atraque, un calado de hasta 19 metros de profundidad y un volumen de dragado de  3.856.533 metros cúbicos,  con uno  de 280  metros frente a la terminal. La obra tiene cola, para variar: un dique de abrigo que proteja la explanada de los oleajes del Oeste, por importe de 12.776.998, 750 €, pero al dique hay que darle “estabilidad geotécnica por lo que necesitaría un “talud exterior,  protección de cimentación, apoyo al mando secundario”, etc.  Es decir una serie interminable de obras concatenadas, de ingente presupuesto y enorme impacto ambiental. 

No deja de ser sorprendente que una de las alternativas que se presentan a este nuevo proyecto es en los Bajos de la Cabezuela, pero no en los terrenos que fueron desecados para terminal de contenedores, sino realizando nuevos rellenos al Oeste de los anteriores y estrangulando la Bahía. ¿Estamos locos?

El estudio de impacto ambiental reconoce efectos adversos más que considerables: alteración de la dinámica del litoral en el entorno,  y en la playa de  Valdelagrana en particular, el efecto de la obra modificará el oleaje y las corrientes; la línea de cota sufrirá modificaciones, que pueden afectar a todas las playas de la Bahía (incluso de fuera), como pérdida de arena, efectos sobre las especies marinas y sobre las aves, incluso sobre el Parque Natural, efectos de modificación  de la sedimentación sobre los hábitat submarinos y los organismos bentónicos. No olvidemos que la Bahía de Cádiz está protegida por el Convenio de Ramsar.  A ello hay que añadir los indudables efectos sobre el patrimonio arqueológico, ya que hay numerosos barcos hundidos en la Bahía, principalmente por el ataque inglés del S. XVI.

El Decreto 462/2004, de 27 de julio, por el que se aprueba el Plan de Ordenación del Territorio de la Bahía de Cádiz (BOJA nº 198, de 8 de octubre)  es contundente al respecto, EXCLUYENDO NUEVOS RELLENOS, a causa de las nefastas consecuencias  de las actuaciones portuarias. El artículo 44 especifica que los incrementos del tráfico de mercancías se orientarán hacia la dársena de La Cabezuela.  Por si hubiese alguna duda, la Ley  1/1994, de 11 de enero, de Ordenación del Territorio de la Comunidad Autónoma de Andalucía aclara (artº 23) que las determinaciones del Plan de Ordenación del Territorio de la Bahía de Cádiz prevalecerán no solo sobre el planeamiento urbanístico sino también sobre cualquier plan con incidencia en la ordenación del territorio.

Pero las normas no valen. Ahora salen con otra nueva terminal de contenedores, existiendo 165 hectáreas en La Cabezuela  (más terreno que toda la ciudad de Cádiz) acondicionadas, con salida a la autovía y autopista.

Es alarmante tanto despilfarro de dinero público para producir obras concatenadas que generan más obras, como otros seis millones, ahora para pavimentar, pero,  además, han proyectado –y aprobado, sin encomendarse a Dios ni al Diablo-  las obras del túnel que conectará la carretera industrial con la terminal (hay que amortizar las tuneladoras)….

Porque van desecando poco a poco la Bahía de Cádiz, con el engaño de los puestos de trabajo y el “desarrollo”, poniendo en serio peligro unos valores ambientales doblemente protegidos, por el Convenio de Ramsar y por la declaración de Parque Natural; amenazando también la pesca y toda la fauna (muy importante la ornitológica), las playas,  el turismo, las praderas marinas, los yacimientos arqueológicos subacuáticos, el paisaje …  Y EL PROPIO ENCLAVE DE LA CIUDAD, junto a la que crecerá un monstruo canceroso mayor que ella. Cádiz ya no será igual.  

Es más que evidente que el objetivo no son los contenedores (para los que hay espacio de sobra, mucho más que el que alberga toda la ciudad de Cádiz), sino muy probablemente la malversación de dinero público,  a través del hecho consumado,  con obras concatenadas e interminables. Y prescindiendo de la necesaria licencia municipal.   El tema está reclamando una investigación judicial ya.

Que no nos vendan más motos.

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