Venezuela: Crónicas de un golpe suave. II

Orlando Romero Harrington
14 de febrero, 2014
ORH+

Mariche, 14 de Febrero del 2014.

La mañana es lánguida. Mientras me asomo por la ventana de la oficina oigo expresiones alegres. Los buenos días de San Valentín. No puedo creerlo, enfoco y capturo sonrisas. De repente, comienzo a sonreír también.

El ánimo del venezolano pobre, como yo, siempre es burlesco. La vaina es que el estudio que uno realiza en la Universidad, es serio. O cree serlo. Y eso precisamente, esa falta de sincronía con los territorios que les son ajenos es el eterno error del Imperialismo. No nos conocen, en realidad no nos entienden. Ni están interesados en hacerlo, si vamos un poco más allá. Decía que la burla es una almeja que es agridulce, porque es una variante retórica para joder el ánimo, la reputación o los conceptos que emite el otro. Simplemente porque sí, porque nos da la gana. Es que no podemos controlarlo, es espontáneo, reflejo.

Presto atención, y oigo comentarios como éstos: “a Capriles le devolvieron el ramo de rosas que le mandó a Leopoldo. No había nadie en la casa”. Cómo coño no sonreír?

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Luis Morales, el electricista me enciende un cigarillo, pendiente que no le robe el yesquero. “Yo veo la cosa fea. Mi mamá me llamó y que en Cumaná un hijo de puta loco de éstos se volvió loco y se llevó a un chamo por el medio”. Balza hace el café, y agrega “un pana me contó que unos guarimberos trancaron una salida del metro y robaron a todo el mundo”. Para el fascismo criollo, los dictados de Gene Sharp no son válidos ya, han dejado de tener consistencia. Gene Sharp, el apóstol de la caída no violenta. Al menos, sabemos que es mediática, que su naturaleza es externa, caricaturesca de la realidad. Han sembrado el miedo en la población, con acciones independientes, bien planificadas. Operaciones de rápido desempeño. La penetración de paramilitares colombianos en los barrios, la destrucción de los consejos comunales mediante intimidación y soborno, el narcotráfico, el sicariato, todo apunta a la estructura cascarón de Voluntad Popular, partido de extrema derecha liderado por Leopoldo López. En el Municipio Sucre, gobernado por Carlos Ocariz este esquema es una realidad. La USAID, la NED y sus ONGs han invertido miles de dólares, denunciaba Eva Golinger años atrás. Hoy, Sucre es un municipio ejemplar, pero para Popovic, el líder del OTPOR. Según mails revelados por Wikileaks, Popovic recomendaba a la Agencia Stratfor a Carlos Ocariz como modelo a seguir en su trabajo con barrios como Petare. Tendría, según Popovic don de mando en una hipotética guerra de pobres contra pobres.

“No sabe distinguir el amor, de cualquier sentimiento” nos dice Andrés. Mediatizados, los jóvenes ancianos repiten consignas, slogans, hashtags, posts, memes, fotografías falsas, matrices de opinión, indicadores de odio, racismo, xenofobia. Invitan a asesinar a hijos de dirigentes políticos. Insultan, ofenden, intimidan. Hasta las máscaras de Guy Fawkes, esas que amablemente esconden tanto a indignados como a fachos. Todo. Banderas negras con el puño blanco de OTPOR, sus respectivas franelas de JAVU (la expresión local de OTPOR. Sus líderes están vinculados con Human Rights Foundation), máscaras de Call of Duty Ghosts, pistolas, gasolina, molotovs, máscaras de gas. La opinión pública se mide por los TT de Twitter, mientras facebook sirve para las conspiraciones, digamos, más selectas. Odio por todos lados, en miradas enfermas.

Ayer 110 colectivos se reunieron en la Plaza 4F, a presentar su homenaje a Juancho. El 23 de luto. Todos de luto. También familias venezolanas lloraron a sus muertos, a sus heridos. En todo el país. De algún modo, y por ustedes es esta lucha. Porque el arma que mató a Juancho y a Basil es la misma. Es el arma de aquellos que les importa una mierda tú o yo. Les importa una mierda nuestras mujeres, nuestros niños, nuestras casas, nuestra tierra. A ellos, les importa sí la mierda de dragón que llaman petróleo. Todos en la misma jaula, pero algunos quieren vender la patria de a poquito. Para darse sus lujos vale, porque hay que vivir bien, la vida es una, nunca seremos iguales, por ahí hay gente diferente a uno. No es una cuestión de política, es una cuestión de creerse superiores al resto por manejar una camioneta rústica. Y bueno, hijo anda, manifiéstate, carajo. Y eso, esta bien. Lo que no está bien es que por la ceguera del odio desconocen la realidad, se desinforman, se aíslan en su burbuja, se pliegan a las matrices que ridiculizan las investigaciones, los hechos que salen a la luz. Y son utilizados. Y como nosotros, hermanos, son asesinados y no es la primera vez.

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Hoy, la derecha pretende llegar a Miraflores. Ya no hay sorpresas, no hay expectativa..

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